CARTA A PABLO. SOBRE EL SUICIDIO Hola Pablo. Querido amigo, pensar y cometer suicidio no es un acto de cobardía; es, por el contrario, valentía en estado puro; responde a la acción de ver el cielo estrellado y dejarse ir hacia lo inevitable: la ingravidez de la nada, la sospecha del cansancio y sí, el dulce frío de la nostalgia. Sí, estoy cansado, como una roca a punto de caer, todo porque su suelo se desvanece, se tritura en medio del agua engañosa, de un río que crece con el golpe de las pasiones vacías y artificiales, de una humanidad confundida, que se ahoga entre la codicia. Entonces, mi suelo se desvanece, es arena movediza; se desvanece rápido y se deforma como se deforma el culto a mi propio ego, y con ella muere mi voluntad de vivir. En ese sentido, vivir ya no se ubica en un predio, en una tierra; es decir, es aire, un aire contaminado de incertidumbre y desconfianza, que surca esa otra tierra, más desvanecida que la mía (tierra quemada de gente que anida ...