Por: César Augusto García Arias. OXIDOLATA Era el primer bus con ventanilla reforzada contra robo que había visto en mi vida. (GATO). Y era también el primer bus que se varaba como se vara un anciano que se pierde en la soledad de su Alzheimer, camina sin encontrarse entre cementerios de calles, rompe en llanto, y aterriza rendido en una banca-féretro del parque más triste de la ciudad. (CRUCETA). Era un buseto bipuerta, maduro porque con sorpresa tenía sillas acolchonadas, y viejo porque tocía catarros de aguardiente y partículas de sudor sureño. Era un sunshine de Monet a lo colombiano, impreso en papel nostalgia, mohoso y vestido con oxidolatas de historia. Era la ruta 4/7, mi ruta, y se varó alegando atención. Lo consiguió. (LLANTA). Cuajó la incertidumbre, la mía. Busqué en otros los rostros de bocas abiertas y gritos tendidos que maduran en estos casos, pero perdí el tiempo. (LLAVE). Pasó que la muchedumbre viajera aflojó nalga y brillos de las lontananzas cercanas ...