César Augusto García Arias Cuento LA VENTANA Era orgulloso. Pero era un orgullo estúpido, de esos que flaquean con la madurez y la necesidad. Sabía que tarde o temprano caería en las garras de la humillación y así sucedió, primero sutilmente y después con la desfachatez de un mendigo profesional. Y es que no le quedaba otra, o acudía a la caridad o robaba. También pensó en dejar la universidad, pero ni loco aceptaría abandonar el campo de batalla en séptimo semestre, a lo que añadía que sería doblemente estúpido abandonar la carrera faltando unos días para saber si ICETEX aceptaría o no su solicitud de préstamo. Entonces empezó a pedir a regañadientes favores, que présteme 10, 20, 30, 50 lucas, que mañana le pago, que pronto me llegará una platica, que confíe en mí. Con el tiempo también le tocó pedir prestado materiales de trabajo, que mi computador se dañó y no tengo cómo hacer los informes, ¿me presta el suyo?, ¿tiene guantes de sobra?, UY, brother ¿me regala una ho...