Amanece en Florencia, Caquetá.
1432 Firulais Ya me tenía harto el cuándo me va a sacar a pasear, que mire que usted no me lleva al parque, que quiero ver y sentir el barrio y lo que hay más allá de él, que por favor no sea así, indiferente, olvidadizo, apendejado, que si me saca prometo comportarme bien. Y cedí. Sacar a mi amo a pasear es toda una cagada. La primera vez, tuvo la osadía de salir corriendo detrás de un culo y dejarme botado; por ese chiste casi me pierdo. La segunda vez, ya en el parque, se deslizó por un tobogán metálico, de esos que terminan en punta oxidada con vista al cielo, y casi pierde su escroto. Y la tercera vez, consecuencia justa a la frase uy que bonito bombón, pisó una mierda épica, que luego el apendejado no supo desembarrar. La vida para mi amo comienza con una sonrisa y termina en una quemada . Lo cierto es que yo, Firulais, estaba haciéndome el loco para evitar la fatiga de cargar con ese atentado al buen actuar. Pero, repito, cedí. Salimos de casa y ...
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