Por: César Augusto García Arias
Cuento.
--Hola.
--Hola.
--¿Larga la cola No?
--Sí.
--Eres de por aquí.
--Sí.
--Umm, bien. Mucho gusto mi nombre es Pedro.
--Ajá.
Y a continuación, una mano fría y una sonrisa protocolaria cerraron todo intento de conocerla mejor.
Cuento.
Y CONTUVO LA RESPIRACIÓN
La tenía cerca, muy carca. Podía oler su perfume y rozar su piel canela. En un segundo memorizó su rostro, evaporó todo recuerdo de la Fea de Marta y contuvo la respiración.
--Hola.
--Hola.
--¿Larga la cola No?
--Sí.
--Eres de por aquí.
--Sí.
--Umm, bien. Mucho gusto mi nombre es Pedro.
--Ajá.
Y a continuación, una mano fría y una sonrisa protocolaria cerraron todo intento de conocerla mejor.
Pedro se llevó sus manos a la cabeza y un No, de No lo Puedo Creer, le recordó que estaba vivo. Alguien le preguntó algo codificado en forma de advertencia pero él sólo escuchó la voz de aquella mujer. Está muerta pensó, y, sin darse cuenta, comenzó un rechinar de dientes inflamatorio. Que salga hombre, muévase, rápido, que esta mierda se caerá toda, le gritaban, y Pedro atendía, ahí, disminuido, atolondrado, como pensativo e incrédulo. Murió, ella, hueputa, salvado, yo, gracias, ay, ella, murió, decía Pedro, sin conectores, como si se levantara con el libro de español debajo del brazo. ¿Quién murió señor?, le preguntaron a Pedro y el sólo tuvo cabeza para decir Ella.
Pedro Villa López, contador y profesor.
Entrevista para Extra Cundinamarca.
¿Cómo logró salir vivo?
Estaba en la cola y sonó mi celular. Era urgente y tras la advertencia del vigilante que pasaba diciendo nada de celulares en el banco, corrí a la salida para contestar. Llegué al andén y ahí sentí un ruido como de mil caballos que me asustó tanto que tiré el celular al suelo. Luego vi que todo el edificio se había venido abajo. Y así me salvé señorita.
¿Quién es Ella, la palabra que tanto dice una y otra vez?
Ella es...perdón señorita (el señor contiene la respiración).
Ella es...
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