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A 215 KILÓMETROS POR HORA


Por César Augusto García Arias
Cuento

A 215 KILÓMETROS POR HORA



Stop. He detenido el tiempo. He creado una fotografía. Camino observando todo, el sol, las partículas de polvo, el aire arremolinado de hollín y un pulsar que es el sol dibujado como reflejo en la visera negra del casco. Mi mano es una pluma, y sola cae en forma de río sobre el casco. Y sola acaricia. Imprimo amor al ejercicio de repasar los volúmenes. Con delicadez subo la visera. Hola rostro, por qué tan triste, ¿puedo limpiar tus lagrimas? No. No lo haga, alterará el espacio tiempo, me pregunto y me corrijo. Echo para atrás mi cuerpo. Lento. 1,2,3, cuento tres metros desde el motociclista hasta el badene. Sí. Era la distancia que separaba a Paola de Carlos cuando ella le confesó que no le amaba. Él no lloró, sólo bajó la cabeza, sólo cogió el casco con furia, y se fue sin más. Ella tampoco lloró, porque pensó que era justo con Carlos, que él no la merecía, que él no aguantaría verla moribunda, y era mejor mostrar la infalible carta del desamor. Go. He reiniciado el tiempo. Lo veo todo de nuevo, por ejemplo un remix de parpadeos sonoros, por ejemplo una cascada de colores. La moto toma el badene a 215 kilómetros por hora, y le acompaña un zumbido sereno, sólo en un parpadeo, porque luego se estremece el suelo. Se escucha el rastrillar del metal, como mil rastrillos que se besan con el asfalto, que perforan los labios del pavimento, que lanza gemidos de dolor. Stop. He detenido el tiempo de nuevo. Corro hacia una cascada de chispas. Me baño en ellas, para sentir el quemazón, el calor. Me acerco al cuerpo de Carlos, quien está en el aire, a casi 3 metros del suelo. Trato de no alterar la escena. Por fin te veo, si usted, mi lector, venga, con cuidado, sí, sí, esto es real, y por Carlos no se preocupe, ya esta muerto, que cómo lo sé, bueno, sólo lo sé. Sí, eso, muy bien, ¿también ve lo mismo que yo?, qué bueno, usted ve a Paola amigo, tan muerta como Carlos cuando se enteró que tenía cáncer. Usted no sabe lo que yo sé mi querido amigo. Venga le cuento, y cuidado con el cuerpo que vuela estático. ¿Sí ve la foto que amenaza con salir de la billetera de Carlos?, es Paola, tenía 20 años, la foto preferida de Carlos seguramente. Lástima. ¿Que qué cáncer tenía Paola?, el peor, querido amigo, el peor. ¿Qué usted también la ve a ella sentada sobre la mecedora de mimbre el día que recibió la carta médica? ¿Y qué ve? ¿Eso ve? Entiendo mi querido amigo, y que no escuche Carlos, o bueno, lo que queda de él. 

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