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CUENTO: RAÍCES QUE FLOTAN, PADRES QUE MATAN. PRIMERA PARTE


RAÍCES QUE FLOTAN, PADRES QUE MATAN
PRIMERA PARTE



<<NEIVA-BOGOTÁ-NEIVA-BOGOTÁ>>. Hay dos tipos de personas fácilmente reconocibles en una terminal de transporte: Las personas que tienen miedo y las que no. Los primeros sobran; se les ve indecisos, erráticos y expectantes. Los segundos son pocos, y se los ve elocuentes, tranquilos y prudentes. Obviamente, el asesino de Cristobal encaja en el segundo grupo de personas; y ya que estamos muy descriptivos, el asesino de Cristobal soy yo. Ese pobre hombre ya está muerto, aunque sea una mentirita piadosa. Bueno, no, no está muerto, pero le mataré, seguro que sí. Lo anterior, más mi historial vengativo, me ubica, en un plano proyectivo, como su asesino. <<NEIVA-BOGOTÁ-NEIVA-BOGOTÁ>>Estoy en la banca 13 y tengo un arma debajo de mi chaqueta. Si usted me observara a distancia se preguntaría: <<¡Wow! ¿Ese hombre tan guapo, inteligente y tranquilo, tiene un arma debajo de su chaqueta y pronto, no lo sé con exactitud, matará un hombre al estilo 007? ¡Wow! Quién lo iba a imaginar>>. OK, mi aspecto dista mucho de ser un matón de Hollywood, pero ---cosa que me agrada pensar--- mi forma de matar es franca y ejemplar: mato con el corazón. Sí, con el corazón. No es que sea un romántico o algo parecido, pero soy muy efectivo y humano a la hora de quitar la vida. <<NEIVA-BOGOTÁ-NEIVA-BOGOTÁ>>. Me gustan las terminales de transporte, son las <<plazas de mercados para viajeros pobres>>. Cristobal no es pobre, desde luego que no, pero esta vez decidió viajar por tierra, hacerse pasar por pobre y evitar llamar la atención; sabe que lo estoy siguiendo y esta vez creyó que el factor mucha gente le haría fácil las coas; grave error (JAJA) En fin, Cristobal ya está muerto, aunque vive con la esperanza de seguir viviendo solo si yo se lo permito. Un poco de contexto: Cristobal es un millonario de no le gusta viajar en avión y que le teme a las alturas (MARICÓN). Hace cinco años salió de su banco conduciendo un Mercedes y a la altura de la Autopista Sur, en Bogotá, atropelló a mi hija de siete años. Lo recuerdo como si fuera ayer. Mi hija murió por múltiples hemorragias internas ocasionadas por el fuerte impacto del Mercedes. Cristobal no paró y unos meses después se las arregló para comprar policías y borrar cintas de seguridad. El muy maldito no pagó un solo día de cárcel; pero yo estoy aquí, elocuente, grandilocuente, listo para arrancarle el corazón y colgar su cabeza en la pared de la sucursal  de su banco, aquí en Florencia. <<¿SEÑOR VA PARA ALGÚN LADO?>>, <<NO SEÑOR, ESTOY ESPERANDO A ALGUIEN, GRACIAS>>. Volvamos a la terminal. La magia de toda terminal de transporte es su sentido de transitoriedad. Ya sé lo que están pensando <<¿Cómo, un matón culto?>>. Pues sí. Y pido disculpas (OBVIO NO) si matar a alguien va en contra de los cánones de una persona educada. En todo caso, soy lo que soy, un hombre culto que matará por amor. ¿Acaso soy el primero? No. Amaba a mi hija. Era hermosa y todas las noches le contaba un cuento. <<Papi te amo>>, me decía, con un beso en la mejilla. Era todo lo que tenía (AHORA PUEDEN CERRAR LOS OJOS Y A CONTINUACIÓN REPRODUCIR SARABANDE DE HANDEL; PARA QUE LLOREN, JAJA). Era todo lo que tenía, repito. Recuerdo la primera vez que la llevé a mi primer concierto de flauta traversa en la Filarmónica de Bogotá; Matilde, como se llama ---porque si algo existe en la mente y no se olvida, existe y ya---me dijo: <<Papi, te quiero, quiero ser como tú>>, y me dio un abrazo. <<SEÑOR, MENTAS, MANÍ, CHICLES, AGUA>>, <<NO, GRACIAS>>. Volvamos a la transitoriedad. Me gustan las terminales de transporte porque la música que escucho es un constante bamboleo de indecisiones y expectativas. En resumen, es un lugar sin lugar, volcado a la lógica de la mecánica de la circulación. Por eso me gustan, porque me enseñan que la vida es contextual y transitoria, volátil al tiempo y cambiante a la voluntad del temor y la nostalgia. Veamos por un momento a la joven que tengo a mi lado. Se llama Andrea. ¿Por qué lo sé?, porque se lo pregunté (QUÉ PENSARON). Si observamos con más detalle, encontramos que su mirada refleja tristeza. Mueve sus manos y pies con indecisión, y guarda esperanza en un viaje que no postergará más. Aunque esto no sea así, prefiero creer que Andrea es lo que es: una mujer que transita entre el dolor y la esperanza. Una mujer que se afinca en la oscura carretera llamada fe. ¿Qué veo en Andrea? Una mujer acusada de ser bella para desgracia de su ser. La han golpeado e insultado. Teme por su familia y busca reiniciar la PC de su vida. Pero no puede, el recuerdo la persigue, como el mío cuando pienso en Matilde. Andrea es un Bolero de Ravel interminable, que suena eternamente en la cabeza de una joven expectante de un solo musical que nunca se tocará. Así veo a Andrea y por eso creo que ella ve y siente a la terminal como un limbo que le abre muchas puertas, las cuales pueden abrirse solo con la llave del olvido. Por eso la terminal es olvido, es un lugar sin lugar; es y será ese océano de raíces flotantes que huyen de una tierra que le es ajena, distante. ¿Cierto que soy un asesino interesante? Obvio, soy flautista y culto. Soy lo que Andrea nunca tendrá. Soy, en definitiva, un poema para el sarcasmo y la ironía. Soy lo que soy, Roberto Palomino, el que amó sin miramientos, el que matará sin remordimientos. <<ROBERTO, ME VOY. YA SALE EL BUS, MUCHAS GRACIAS POR TODO, CHAO>>. <<CHAO ANDREA, QUE DIOS ME LA BENDIGA>>. <<FLORENCIA-NEIVA-BOGOTÁ>>. 

Continuará segunda parte 20 de abril.


Comentarios

  1. Bueno, será esperar la segunda parte. Jejejejejejejeej interesante.

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