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Mostrando entradas de junio, 2017

CUENTO: OXIDOLATA.

Por: César Augusto García Arias. OXIDOLATA Era el primer bus con ventanilla reforzada contra robo que había visto en mi vida. (GATO). Y era también el primer bus que se varaba como se vara un anciano que se pierde en la soledad de su Alzheimer, camina sin encontrarse entre cementerios de calles, rompe en llanto, y aterriza rendido en una banca-féretro del parque más triste de la ciudad. (CRUCETA). Era un buseto bipuerta, maduro porque con sorpresa tenía sillas acolchonadas, y viejo porque tocía catarros de aguardiente y partículas de sudor sureño. Era un sunshine de Monet a lo colombiano, impreso en papel nostalgia, mohoso y vestido con oxidolatas de historia. Era la ruta 4/7, mi ruta, y se varó alegando atención. Lo consiguió. (LLANTA). Cuajó la incertidumbre, la mía. Busqué en otros los rostros de bocas abiertas y gritos tendidos que maduran en estos casos, pero perdí el tiempo. (LLAVE). Pasó que la muchedumbre viajera aflojó nalga y brillos de las lontananzas cercanas ...

CUENTO INTERACTIVO: Y NO ESTOY LOCO SOBRINO

Por: César Augusto García Arias Y NO ESTOY LOCO SOBRINO Hola sobrino Le cuento: Me levanté con la decisión tomada: gastaré cien millones de pesos por todo un día de compañía. Pero no soy bobo. Camuflé aquella decisión bajo el engaño de un experimento social, y el resultado me sorprendió. La cosa es que envié a un mayordomo de confianza a la oficina del Extra, en Florencia, para que entregara un sobre con una buena suma de dinero y el siguiente anuncio: Yo, un hombre de 75 años, busca compañía por 24 horas. No se requiere experiencia de ningún tipo. El pago será un regalo sorpresa que será entregado al final de la jornada de trabajo. Si está interesado comuníquese al 3182969780.  Nota: El regalo es sorpresa, lo que significa que puede gustar o no. Aunque estoy seguro que no habrá motivo para devolver la sorpresa. Deje su número y luego de una semana me comunicaré con usted. No se arrepentirá.  Mi mayordomo regresó con buenas noticias, y aunque ...

Y CONTUVO LA REPIRACIÓN

Por: César Augusto García Arias Cuento. Y CONTUVO LA RESPIRACIÓN La tenía cerca, muy carca. Podía oler su perfume y rozar su piel canela. En un segundo memorizó su rostro, evaporó todo recuerdo de la Fea de Marta y contuvo la respiración. --Hola. --Hola. --¿Larga la cola No? --Sí. --Eres de por aquí. --Sí. --Umm, bien. Mucho gusto mi nombre es Pedro. --Ajá. Y a continuación, una mano fría y una sonrisa protocolaria cerraron todo intento de conocerla mejor. Pedro se llevó sus manos a la cabeza y un No, de No lo Puedo Creer, le recordó que estaba vivo. Alguien le preguntó algo codificado en forma de advertencia pero él sólo escuchó la voz de aquella mujer. Está muerta pensó, y, sin darse cuenta, comenzó un rechinar de dientes inflamatorio. Que salga hombre, muévase, rápido, que esta mierda se caerá toda, le gritaban, y Pedro atendía, ahí, disminuido, atolondrado, como pensativo e incrédulo. Murió, ella, hueputa, salvado, yo, gracias, ay, ella, murió, decía Ped...

A 215 KILÓMETROS POR HORA

Por César Augusto García Arias Cuento A 215 KILÓMETROS POR HORA Stop. He detenido el tiempo. He creado una fotografía. Camino observando todo, el sol, las partículas de polvo, el aire arremolinado de hollín y un pulsar que es el sol dibujado como reflejo en la visera negra del casco. Mi mano es una pluma, y sola cae en forma de río sobre el casco. Y sola acaricia. Imprimo amor al ejercicio de repasar los volúmenes. Con delicadez subo la visera. Hola rostro, por qué tan triste, ¿puedo limpiar tus lagrimas? No. No lo haga, alterará el espacio tiempo, me pregunto y me corrijo. Echo para atrás mi cuerpo. Lento. 1,2,3, cuento tres metros desde el motociclista hasta el badene. Sí. Era la distancia que separaba a Paola de Carlos cuando ella le confesó que no le amaba. Él no lloró, sólo bajó la cabeza, sólo cogió el casco con furia, y se fue sin más. Ella tampoco lloró, porque pensó que era justo con Carlos, que él no la merecía, que él no aguantaría verla moribunda, y era mejo...

LA VENTANA

César Augusto García Arias Cuento LA VENTANA Era orgulloso. Pero era un orgullo estúpido, de esos que flaquean con la madurez y la necesidad. Sabía que tarde o temprano caería en las garras de la humillación y así sucedió, primero sutilmente y después con la desfachatez de un mendigo profesional. Y es que no le quedaba otra, o acudía a la caridad o robaba. También pensó en dejar la universidad, pero ni loco aceptaría abandonar el campo de batalla en séptimo semestre, a lo que añadía que sería doblemente estúpido abandonar la carrera faltando unos días para saber si ICETEX aceptaría o no su solicitud de préstamo. Entonces empezó a pedir a regañadientes favores, que présteme 10, 20, 30, 50 lucas, que mañana le pago, que pronto me llegará una platica, que confíe en mí. Con el tiempo también le tocó pedir prestado materiales de trabajo, que mi computador se dañó y no tengo cómo hacer los informes, ¿me presta el suyo?, ¿tiene guantes de sobra?, UY, brother ¿me regala una ho...

VITRIKIDS, LOS HIJOS POBRES DEL CENTRO COMERCIAL

Por: César Augusto García Arias Crónica. VITRIKIDS, LOS HIJOS POBRES DEL CENTRO COMERCIAL A los indeseables, que somos todos. Camino y camino, y si se presenta la oportunidad me lo guardo; lo meto debajo de mi camisa, camino y luego se lo  entrego al Fercho, él se encargará de sacarlo del centro comercial. Luego nos vemos afuera y cuadramos. Y listo, así se baila pelao, dice Marcos, dejando descansar su mirada cínica en la cárcel de su timidez. Guardo silencio. Son las 4 p.m. y la acción empieza. Tres vitrineros entran al centro comercial y suben por la escalera eléctrica que lleva al segundo piso. Allí los vitrineros hacen fama de su nombre y modelan por corredores de tiendas con vitrinas que exhiben ropa cara y notoriamente diferente a la que los vitrineros suelen modelar. Caminan rápido y sin interés de comprar algo de las tiendas, lo que significa que más temprano que tarde la pasarela de los vitrineros acaba en una banca cerca a la escalera eléctrica....